Entrevista a Paolo Giordano


"No te preocupes por mi cansancio" dice Paolo Giordano mientras comparte un plato de verduras finamente cortadas y saborizadas en un resturante ubicado en un callejón de Barcelona. Un callejón por donde bien podrían deambular los personajes perdidos de su libro y nuevo best-séller europeo, La soledad de los números primos (Salamandra). No hay que preocuparse por el cansancio de este físico de profesión, camino a doctorarse, porque tiene tan sólo 26 años y, aunque todavía parpadea por los cientos de flashes que han enrojecido sus ojos claros, habla con ganas del libro que le cambió la vida.

Tal vez haya encontrado en la física la fórmula para escribir una novela con la que ganó un premio, que lleva vendidos más de un millón de ejemplares en Italia, que tiene récords de venta en España y Francia y que ya se ha traducido a 32 idiomas. Todo un éxito en marcha. Cuando se le señala que hay quienes ven en él al nuevo Dan Brown hace un gesto típicamente italiano, se tira hacia atrás en la silla. Dice "¡ehhhh!". Y lo niega.

Muchos ven su libro como un best seller. ¿Qué piensa? ¿Que sensación le produce?

Efectivamente, en Italia fue un best seller, pero no lo esperaba. Simplemente lo escribí de una forma accesible para todos, tratando de lograr distintos niveles, capas para que los buenos lectores pudieran leer los estratos más altos y, quien quisiera leer solamente la historia, que leyese sólo la historia. Es lo único que controlé. El resto fue una sorpresa. Que me comparen con Dan Brown me parece demasiado.


En la presentación de su libro, aquí en Barcelona, hablaba de la soledad. Creo que es un estado que puede ser bello, pero ¿hasta dónde se puede decir que la soledad es en sí un estado bello?

En mi opinión, en la medida en que uno la elija para sí mismo. Ahora, cuando viene impuesta o cuando la soledad no es algo elegido, es la condición más desesperada. Pero es extraño cómo cambia. Allí decía que para mí la soledad cambia por detalles pequeñísimos. Puede ser la experiencia más bella y fascinante, y puede ser también la más desesperada.

Parece que la relación entre Alice y Mattia, los protagonistas de su libro, no tuviera futuro. En relación a esto, me preguntaba qué sensación le generan los jóvenes, ¿pueden imaginar el futuro?

En realidad, mi generación, y más aún la generación de jóvenes de ahora, nació con la idea del fracaso. Como si el fracaso ya se hubiera producido. En cambio la de mis padres, no. Es una generación que creía que podía mejorar en forma continua. Sí, ciertamente, uno puede hacerse una idea de futuro, pero no es la idea de un futuro como lo imaginábamos. Creo que pasamos de la idea de un futuro-promesa a la idea de un futuro-amenaza. Pero... comamos algo. ¿Sí?

Llega el momento de pedir el plato principal. Hay verdaderas exquisiteces en este lugar, llamado Tragaluz. Giordano pide enfáticamente un vino "rosso". Después de diseccionar página por página la carta para elegir la comida, simplemente se decide por: ¡una hamburguesa! Quizás la hamburguesa mejor diseñada de Barcelona, con un estilizado acompañamiento de verduras, pero al fin y al cabo..., una hamburguesa.

Entonces...

¿Qué tipo de comunicación existe entre Alice y Mattia? ¿Es corporal?

Poco corporal. El cuerpo, en el libro, es el lugar donde se desahogan todos los malestares; ellos no se tocan, pero hay una comunicación no verbal, en el silencio. Para mí es extraño, pero hay personas entre las que hay una comunicación tan profunda que se comunican incluso en silencio. Porque las palabras son demasiado banales, insuficientes para expresar. Por eso tienen una profunda comunicación por el simple hecho de estar cerca, ni siquiera se miran tanto. Es un intercambio donde queda claro que los dos comprenden lo que pasa alrededor.

Hay un momento fundamental en el texto cuando Mattia recibe un mensaje de Alice. Es una carta escrita a mano. ¿Por qué no por mail?

Había pensado en el mail. Pero me permití ser un poco más romántico. Me gustó que el mensaje estuviera en el dorso de una foto. Escribe: "Debes venir aquí". Y la foto en realidad dice: "Debes venir aquí", es decir, al lugar donde sacaron esa foto. Debes volver atrás. Y en un mail, un mensaje electrónico...

¿Es una reivindicación de la palabra escrita, de la carta?

Sin duda, una carta tiene todavía una fascinación mayor, aunque yo no suelo escribir cartas. Tampoco escribo a mano. Solamente en la computadora y muchísimos mails. Pero si debo mandar una tarjeta de agradecimiento, o de condolencias, si debo escribirle algo íntimo a alguien lo escribo a mano en una tarjeta.


¿Tiene un vínculo especial con algún personaje del libro?

Seguramente con Mattia hay una gran afinidad. Pero solamente una de las cosas que le pasan a Mattia me pasó también a mí. Una escena en la que recuerda la escuela primaria, cuando la maestra lo pone en el centro de la clase y le pregunta qué le pasa, si hay algo que anda mal porque nunca habla. Eso me pasó a mí en la primaria. Es un recuerdo mío que le trasladé al personaje.

¿Fue a un taller literario? ¿Cuándo?

Hace dos años, mientras escribía el libro. Era una escuela fundada por Alessandro Baricco y está en en Turín. Hice dos cursos y en el segundo escribí la mitad del libro. De todos modos, cuando iba me sentía más como en una reunión de alcohólicos anónimos. Todos sentados alrededor de una mesa redonda..., unas diez personas. Cada uno leía lo que había escrito, en general cosas personales, mal escritas. Pero al mismo tiempo esta es una de las pocas posibilidades de leer lo que escribiste y enfrentarte con lo que alguien escribió. Porque si sos un desconocido, escribís solo..., y después ¿qué hacés con lo que escribiste?

¿Cuándo empezó a escribir? ¿Qué hacía en ese momento?

Bastante tarde, a los 22, 23 años. Iba a la universidad, full time. Física, física, física. Acababa de dejar de tocar música. En realidad esa era mi pasión. Pero dejé y llené un poco el vacío con la escritura.

Le pregunté por el futuro de otros y ahora le pregunto por el suyo. Tiene sólo 26 años y ya hizo algo muy importante.

Por un lado me siento muy aliviado. Siento que tengo un gran privilegio de poder hacer lo que quiero y poder expresar mis ideas en el papel. Si seré escritor toda la vida, depende de las cosas que escriba. Y eso no se sabrá hasta no haberlas escrito.

A los 22 años se convirtió en escritor. ¿Cuándo se convirtió en lector?

Muy temprano. A los 7 años.


¿Pensaba que podía tener semejante éxito?

No, no lo pensaba. Tenía el sueño, lógicamente, pero era mucho más humilde. El premio llegó cuando el libro ya era muy famoso en Italia. El momento más importante fue cuando me llamó el editor de Mondadori, la editorial más grande de Italia. Después llegó el momento en que dije: es cierto, esto está sucediendo realmente.

1 comentario:

  1. Me siento identificada con él. Es un muy buen escritor. =) Ya está entre mis favoritos y su obra es para leerla una y otra, y otra, y otra vez.

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